Las finals girls no son las que eran (un comentario sobre "Cerdita" y "Barbarian")

Introducción (y final) del slasher


No hace ni falta que aclaremos que el slasher es ese género de película de terror donde un  señor (o unos señores) con alguna cuestión sin resolver, se las agarra con un grupo de personas y resuelve sus angustias a cuchillada limpia. Se ha hablado y escrito mucho sobre el sentido, el subtexto, el contexto, o sobre cual es el origen. No nos pondremos a resolver eso ahora. Lo que más o menos todos acuerdan, es que la prehistoria del género andaría por Psicosis (Hitchcock 19  ), y que las películas que definen el canon podrían ser: Halloween, Friday the 13th y Masacre en Texas. En ellas aparecen todos los tópicos, incluyendo la figura de la final girl, o sea, la chica que se salva al final.


Todo lo que sabíamos de la final girl


…lo podemos ver ironizado en la película del mismo nombre (The Final Girl).La persona que huye de la muerte es aquella que de acuerdo a la moral blanca y hegemónica merece salvarse. Rubia, blanca y virgen. Algún semiologo que no cito porque no me acuerdo su nombre, afirmaba que los géneros narrativos tenían ciclos vitales, y que su declive estaba marcado por la aparición del humor y la  ironía. Así como la autoconciencia y la autoparodia. Eso es claro por ejemplo, en la obra de Wes Craven. Películas como Scream o La última pesadilla, jugaban con la idea de que el cineasta sabía que el espectador sabía cuál era el artefacto que tenía delante. Lo mismo sucedía con Jason X (que debería haber sido el digno final de la saga de Friday the 13th) o con La cabaña en el bosque (donde la virgen protestaba no serlo, y la organizadora de la matanza se limitaba a decir algo así como “es lo que hay”). La cuestión es que la figura canónica de la chica final se mantuvo sin demasiados cambios, hasta que en la cultura hegemónica…


…”pasaron cosas”


Desde el mee too hasta el black lives matter arreciaron las críticas. Después vino el body positive. A decir verdad, no es que la vida de la gente hubiera cambiado demasiado, pero por lo menos en las ficciones ya no estaba bien visto el maltrato a las mujeres, y menos que menos  la mujer negra, pobre y gorda. Los estudios de cine, que son expertos en aquello de “cambiar algo para que nada cambie” salieron a meter cambios a los pavo para seguir vendiendo lo mismo como si fuera nuevo (o como dijo Lisa Simpson “es la misma Stacy Malibú de siempre pero con un sombrero”). El slasher siguió siendo una retahíla de destripes pero con vueltas de tuerca que iban desde el intercambio de cuerpos (Freaky), a la reflexión sobre el aprendizaje existencial (Feliz día de tu muerte). Llegó el punto en que tanto se había hecho con el género, que ya podía decirse cualquier cosa. En ese marco (que en los tardíos 80’s hubiéramos llamado posmoderno) aparecen los dos slasher de los que venimos a hablar.


 

Barbarian (o cómo vender un slasher como feminista e indie).


Barbarian parte de premisas que son canónicas del slasher. La única novedad está en el tratamiento de los personajes, y en el uso de algunos tics del cine indie o quizás de ese malentendido conceptual que sería el cine arte. Muchacha entra a casa o castillo habitado por extraño al que se siente atraída pero desconfía, la casa o castillo esconde algo, la chica debe luchar por su vida. Aquí, Tess, joven, bella, sospechamos talentosa, profesional, independiente, y no del todo blanca, queda encerrada con Keith (Bill Skarsgard). De entrada poner a Skarsgard es invitar al espectador a que piense que el payaso Pennywise va a descuartizar a Tess. Pero no, el primer giro de la trama es matar al pobre Keith y hacer una tremenda elipsis dos semanas adelante y relatar la historia de AJ, dueño de la casa, abusador de mujeres y actor de Hollywood. Otra vez, se nos invita a pensar que sabemos como es la cosa cuando, el segundo giro nos pone delante de otro salto, pero esta vez hacia atrás, al pasado de la casa y sus habitantes. El final, bastante exagerado y con esos asesinos llenos de fuerza sobrehumana, hace que la final girl sea negra (o todo lo negra que pueda ser Tess Campbell) y desafiante del establishment del patriarcado. Otra vez la chica se salva porque se lo merece y porque viene a encarnar las virtudes que el momento cultural entroniza. Hubiera sido una película interesante sino fuera tan obvia en sus intenciones de captar el espíritu de la época (y utilizarlo para recaudar en taquilla). Más acertado es el relato que nos trae la segunda película a comentar.


Cerdita, o cómo hacer un slasher berlanguiano.


Antes de que habláramos de que algo era tarantinesco, decíamos que alguna situación podía felliniana, o viscontiana, o bermaniana o, si la cosa venía horriblemente absurda y socarrona, berlanguiana. A Luis García Berlanga le debemos el conocimiento de un sentido del humor tremendo y específicamente ibérico. Algo de eso encontramos después en Alex de la Iglesia (Crimen Ferpecto, o La Comunidad) o en Santiago Segura (Torrente). Cerdita es una película que nos sitúa en esos pueblos españoles donde la Movida y la modernidad no llegó nunca. La protagonista es blanca, si, posiblemente virgen, también. Pero no tiene otros atributos de final girl. No es bella, ni esbelta, ni desenvuelta, ni simpática. Sara es obesa, carece de habilidades sociales, es víctima del maltrato de su madre y el bullying de sus compañeras de escuela. Ser la hija del carnicero local no ayuda. El pueblo la trata de Cerdita sin contemplaciones. La única persona que muestra compasión por Sara/Cerdita es un extraño que tiene como afición matar desconocidos. El extraño empieza a despiezar a todos aquellos que de alguna manera la maltratan. Sara, además, descubre que desea al desconocido. Hacia el final de la película no sabemos si Sara es una final girl, o a su manera también es un monstruo en potencia. Lo que sí nos queda claro, es que como todos los slashers, hay una enseñanza moral. Pero esta vez no es que haya que mantenerse virgen, sino que mejor no jodamos a nadie.


Final (del comentario).

Más allá de tanto desvarío crítico, el slasher debe cumplir con las premisas de asustarnos y entretenernos. En algunos casos, invitarnos a reflexionar sobre algún otro asunto es un interesante efecto secundario. Algunas películas lo logran mejor que otras. En este caso, Cerdita sale mejor parada que Barbarian. Sobre todo porque se le notan menos las intenciones. Y en este blog preferimos lo sugerido a lo señalado.

Hasta la próxima entrada.


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